Inicios y evolución

Las primeras noticias que conocemos a propósito de la elaboración de la cal y de los propios hornos de cal ya aparecen a los tratados romanos de agricultura.

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Horno de cal situado en la Replana.

La aparición de los hornos de cal que actualmente podemos observar en nuestra localidad, datan de mediados del siglo XIX.

Podemos definir una primera etapa hasta los años seseinta donde la elaboración se realiza de la misma manera que  como hacía siglos: de manera artesanal, con una producción mínima,  con una piedra recogida en superficie y cocida a base de leña recogida en zonas próximas a donde se encontraba el horno.

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Aspecto del interior de un horno

El oficio ha estado desde siempre vinculado en la tierra, como una ocupación propia del sector primario, mayoritario en las sociedades de autoconsumo. Durante las épocas del año en la que la agricultura o la ganadería de la zona, necesitaba menos dedicación, los jornaleros alternaban el oficio de agricultor con el de calcinero, constituyendo una alternativa o un complemento a la economía local.

Los hornos solían situarse próximos a donde se encontraban la materia prima; es decir, cerca de superficies arboladas y con piedra caliza.

A  partir de la década de los sesenta, se empiezan a abandonar los hornos diseminados por todo el término, para pasar a una  concentración de la explotación en puntos localizados, con hornos de mayores dimensiones y un incremento de las ayudas mecánicas.

La elaboración de la cal se convierte en un proceso mecanizado e industrial, desvinculándose del ámbito rural. Las últimas explotaciones, rudimentariamente mecanizadas extinguieron su actividad y en 1990 no quedaba ninguno en funcionamiento.